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Ecos de Chiapas.

En los meses de octubre a noviembre de 2013, tuve una de las experiencias más significativas de mi vida.


Cuando aplique a la convocatoria de movilidad nacional en la UASLP estaba seguro de que fue una buena opción el lugar que decidí. Siempre tuve la creencia de que el estado Chiapaneco es un icono de México en el mundo y no me equivoque, mi estancia en Chiapas fue sumamente agradable y enriquecedora. En la medida en que fue transcurriendo mi estancia en Tuxtla Gutiérrez, me di cuenta de la diversidad de sociedades en un entorno urbano y que ha llegado a ser multicultural y pluriétnica, y que aumenta aún más con todo el turismo nacional e internacional que multiplica esa diversidad.


Mi vida como estudiante despertó un gran diálogo intercultural auténtico y significativo, compartí clases con compañeros que tienen como lengua materna el tzotzil, tzeltal o el zoque y que hablaban de una manera impecable el español, sin decir sin pena la lengua que hablaban. Me sorprendí al ver el respeto de los docentes hacia el alumnado y que día a día asumían el reto de establecer lazos entre los estudiantes y sus diferencias sociales y culturales. Mis compañeros fueron excepcionales, me hice de grandes amigas que me mostraron con orgullo su bello estado, su ciudad, llena de contrastes sociales impactantes. Y que siempre estuvieron dispuestos a trabajar en equipo y en solidarizarse cuando necesitaba ayuda.


A menudo salía a recorrer parte del estado, me sorprendí del encanto de los pueblos mágicos como son San Cristóbal de las Casas, Comitán de Domínguez y Chiapa de Corzo que en el nombre y apelativo tienen toda la fascinación histórica que necesita un pueblo mexicano. Me quede impactado de las bellezas naturales de las Cascadas de Agua Azul, las lagunas de Monte bello, los ríos Grijalva y Usumacinta, el Cañón del Sumidero y una pequeña parte de la Selva Lacandona. Creció mi orgullo al conocer las ruinas prehispánicas de Palenque, Yaxchilan y Bonampak. En esto recorridos encontré imaginarios colectivos, sincretismos, museos, parques e iglesias que capture en tantas fotos hasta agotar batería.


Vi manifestaciones artísticas, culturales y sociales que en mi ciudad no conocía como las danzas de apertura de festivales, con sus Parachicos abriendo calle, las fiestas de pueblo con sus patios llenos de juncia de pino dando un olor de frescura a los visitantes, las manifestaciones sociales demandando sus derechos cívicos, los ritos de pueblo con sus variadas velas de colores, su Feria Chiapaneca llena de alegría y color, su comida típica cargada de yerbas de olor, de chipilín, de plátano macho. Su pozol y tascalate servido en jícaras. Su pepita con tazajo, sus hormigas gigantes comestibles: el nucu. Escuche la música de la marimba y baile con ella. Observe el amor de los zapatistas por su tierra, a las alfareras dibujando esas palomas de barro que tanto me gustaron. Disfrute plenamente de todos mis sentidos.


Tuxtla me ofreció un clima caluroso y de mucha lluvia. Pero Chiapas me ofreció toda la diversidad de climas, helado en los altos chiapanecos, muy calurosos en el centro y húmedos en el área lacandona, pero la mayoría lleno de frutos y vegetación muy diversa. Viví en una colonia muy bella, rodeada de árboles grandes y muchas áreas verdes. La hospitalidad y atenciones de mi rentera; la Sra. Lulu reafirma mi respeto, admiración y agradecimiento a las mujeres. Y lo que definitivamente hace más encantador de este bello estado es su gente, personas amigables, atentas, orgullosas y críticas de su entorno, de su colonia, de su universidad, de su gobierno.


También vi la pobreza, la marginación, la miseria en las calles, la suciedad, pero ¿Qué estado no padece de ello? ¿Qué ciudad del mundo no la tiene? Afortunadamente, también conocí a muchos jóvenes trabajando por un Chiapas fuerte, unido, limpio, abierto y lleno de cultura. Sin duda esta experiencia dejo un gran conocimiento, comprensión y respeto por mi México y a mis hermanos Chiapanecos. Aprendí con profundidad la riqueza cultural de mis raíces y reafirme mi propia identidad, afianzando lazos solidarios con relación a mi carrera.


Chiapas no es lo más precioso de México, simplemente es otra belleza de este país. Múltiples artistas, historiadores, antropólogos, y profesionistas de todo el mundo acuden a llevarse un poco de su encanto, y puedo decir que soy uno de los afortunados. Solo estuve 4 meses, me falto mucho por conocer, ver, oír, comer... pero lo que disfrute aun lo llevo en el recuerdo, como una flor al viento, escribiera Cancino.


Me despido compartiendo un video de Televisa: “Chiapas: Estrellas del bicentenario” que muestra las bellezas naturales y arqueológicas de Chiapas. Espero lo disfruten.


“Chiapas es en el cosmos lo que una flor al viento.

Es célula infinita que sufre, llora y canta.”

Fragmento Canto a Chiapas

Enoch Cancino

 
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